Foto de Sebastián León Prado en Unsplash Veo en television la película “El caso Collini”. Trata del juicio a un italiano, acusado de cometer asesinato, por matar a un antiguo nazi de las SS, que a su vez y durante la guerra mundial, ordenó el fusilamiento de un grupo de italianos como vendetta por la muerte de dos soldados nazis, a manos de los partisanos. La ratio elegida en la vendetta nazi fue de diez italianos fusilados por cada soldado nazi muerto.
Es de destacar que uno de los fusilados por el nazi asesinado era el padre del italiano ahora juzgado, y que además fue obligado por el nazi asesinado a presenciar tanto el fusilamiento, como el postrero tiro de gracia a su padre, mientras le susurraba al oido: “Esto te hará ser mas fuerte.” El abogado de la acusación, un eminente catedrático alemán, alega en la película que, tanto el acusado como su hermana, ya en su día, denunciaron los actos del soldado nazi asesinado y que resultó absuelto, por lo que el italiano habría asesinado a un inocente. El abogado defensor acredita que esa absolución del soldado nazi ahora asesinado, fue posible gracias a una ley alemana del 68, la llamada “Ley Dreher”, que al calificar el fusilamiento de los italianos como homicidios, y no cómo asesinatos, redujo el plazo de prescripción y permitió declarar los hechos como prescritos. Demuestra además, que el catedrático alemán, ahora abogado de la acusación, fue ponente en la redacción de aquella infame ley, para finalmente obligarle a reconocer que fue una ley injusta. En España repetimos el error que analiza esta película y modificamos la calificación de los delitos de terrorismo, para que pasen a ser delitos de desordenes públicos, para poder aprobar, de esta forma, una ley de amnistía que eluda toda la tradición jurisprudencial patria y europea. Y lo hacemos no para conseguir la concordia o por el bien de la nación, como se proclama con fines propagandísticos, sino para propiciar que los beneficiados por dicha reforma legal, prometan y comprometan repetir su conducta en beneficio, dicen, de una nación catalana, a cuya ciudadanIa ni siquiera representan de forma mayoritaria. ¿Es una ley justa? Quid prodest ¿Qué beneficio busca? Dijo Medea en la homónima obra de Séneca que «cui prodest scelus, is fecit», lo que traducido al castellano sería: «quien ha sacado provecho, es el autor del delito»