Constitución del Congreso: el día que el espectáculo fue más importante que un Estado
14/01/16 16:30
Hoy nos levantamos en plena resaca de la polémica por la presencia de un lactante en el Congreso de los diputados, por la fórmula elegida para jurar/prometer el cargo, etc… dejando de lado la lógica y necesaria preocupación por la necesidad de que se pueda nombrar a los miembros del gobierno, a la sazón: el poder ejecutivo.
Constituidas las cámaras legislativas (aunque con espectáculo incluido), nos piden que opinemos de cuestiones varias, decantándonos por opiniones o versiones concretas. Por nuestra parte, vemos como todos apuntan a juicios y opiniones que se basan en argumentos varios, todos válidos, pero que dejan de lado lo más esencial, la razón de ser que subyace a cada figura, cargo, protocolo e institución.
Sí, sabemos que muchos queréis que digamos que lo del bebé en el Congreso nos parece bien o mal, pero sentimos decir que os vamos a decepcionar: nos parece gratuito e innecesario, ni bien ni mal. Y no nos parece innecesario porque haya una guardería a disposición de sus señorías, ni porque quepa el voto telemático, ni porque se les pague a los diputados dietas para estos conceptos, o porque suponga exponer la imagen de un menor de forma pública sin consultarle,… todos ellos argumentos válidos y que podemos compartir o no, pero siempre respetar. Nos parece innecesario porque cuando se pasa de activista a diputado, cuando se pasa a formar parte de un poder legislativo, se debe hacer con plena consciencia de dos cuestiones básicas (la razón que subyace a la existencia de dicho puesto y responsabilidad):
- Que cuando se pasa a formar parte del poder legislativo ya no hace falta hacer escenificaciones para reivindicar cambios a través de los medios, sino dentro del cumplimiento de sus funciones, proponer los cambios al resto de diputados y convencerles de que es algo por lo que merece la pena votar a favor.
- Que está integrándose voluntariamente en una cámara legislativa, poder estatal, que mediante un proceso de debate, en gran parte oral, decide sobre cuestiones que atañen a todos los ciudadanos, lo que supone una gran responsabilidad y para la que todos esperamos que reine cierto respeto a los oradores y se destine el 100% de la capacidad y atención a lo que en ella se dice y opina (aunque la realidad pueda distar de ello), algo que parece que entra en conflicto con atender "in situ" a un lactante.
Ahora bien, dicho lo anterior y saltando al tema de los juramentos, es de destacar que un mandato público o se acepta o se rechaza, y en consecuencia la aceptación o el consentimiento para el nombramiento no puede ser condicionado, ni empleando una fórmula que altere o pueda poner en duda la total y plena aceptación de cuantas obligaciones y derechos concede la Constitución Española (norma suprema). Prestar juramento ha de ser un acto puro, simple e inequívoco, pues no es más que la manifestación pública de una voluntad adoptada tras una previa consideración de sus consecuencias, ya tasadas y establecidas.
Por desgracia, hemos visto, tanto en el Congreso Nacional como en alguno autonómico, aceptaciones de cargos que lejos de limitarse a escoger si promete o jura conforme a las fórmulas establecidas legalmente, se dedican a hacer declaraciones de intenciones futuras (no presentes), a prometer fidelidad a normas que declaran lucharan por cambiar (¿¿??) o sencillamente a omitir estamentos superiores del Estado.
El sistema es el que es, y si bien es legítimo pretender mejorarlo, no se puede jurar fidelidad solo a una parte de los elementos que constituyen el sistema democrático que hemos elegido, ni a un texto que ya se está diciendo que se va a cambiar, pues cabría plantearse si de verdad se está aceptando la norma que a dicho momento es vigente, dado el evidente riesgo de que la mayoría de la cámara no comparta tu voluntad reformista en el futuro y la misma permanezca inalterada.
Todo esa escenificación, insistimos, cuando vienen de personas que por su posición están en disposición de cambiar aquello que entiendan y consideren oportuno, sin necesidad de nada más que el cumplimiento de sus nuevas funciones, no queremos juzgar si está bien o mal, tan sólo argumentar que es innecesario o gratuito.
Para juzgar ya está el ciudadano y los mercados. Por lo pronto, ese público alarde de tensiones y enfrentamientos, de unos y otros, ya han provocado que al día siguiente cayese la Bolsa (IBEX por debajo y alejándose de los 9000 puntos) y veremos si la prima de riesgo cambia su tendencia o sigue subiendo como viene ocurriendo desde el día 5 de enero, ante la incertidumbre que genera en quien invierte, el ver que quienes están condenados a entenderse para gobernar, por haberlo decidido así los votantes, no son capaces de respetarse a si mismos y a la institución que conforman ni en apariencia. Cualquier imagen de enfrentamiento, desprecios (de unos y otros, insistimos) no hace más que arrojar dudas sobre la capacidad de alcanzar los precisos y necesarios acuerdos en unas cámaras legislativas, donde, si todo sigue su curso, se elegirá a los miembros del poder ejecutivo y se nombrará a un Presidente del Gobierno.Tags: congresoAbogados, Derecho, Ley, Noticias, Fuengirola, Mijas, Málaga diputadosAbogados, Derecho, Ley, Noticias, Fuengirola, Mijas, Málaga bebeAbogados, Derecho, Ley, Noticias, Fuengirola, Mijas, Málaga juramentosAbogados, Derecho, Ley, Noticias, Fuengirola, Mijas, Málaga promesaAbogados, Derecho, Ley, Noticias, Fuengirola, Mijas, Málaga protocolo